Solo hay una forma de hacer las cosas bien. Hacerlas lo mejor que sabes,
sin atajos, sin hacer lo conveniente, lo que te conviene, lo más fácil en ese
momento.
Los errores son otra historia. No pasa nada cometerlos, es normal, es parte
de la vida, sin más, sobre todo de los humanos, que nos equivocaos día tras
día.
Tampoco me refiero a la moral, o para ser más específicos, a la moralidad
cristiana de ser bueno y piadoso.
Me refiero a la realidad personal de cada uno de nosotros. De cuando sabes
con certeza qué es bueno y qué no lo es, cuando haces trampa para ganar rápido,
cuando mientes porque es más fácil así, cuando te guardas algo porque si te lo
quedas es más para ti, aunque no sea tuyo. Cuando traicionas a gente que está cerca
de tuya, que confía en ti, depende de ti, te admira o te quiere. Porque al fin
y al cabo el ser humano tiende a buscar lo fácil. Porque cuando nadie nos
ve…nos engañamos hasta a nosotros mismos…!Qué triste!
Personalmente, no tiene esta forma de ser ningún tipo de beneficio y no
forma tu carácter…de ninguna manera, si no que lo corrompe. Si no puedes ser
sincero y veraz contigo mismo, poca esperanza hay para la sociedad. Poca
esperanza hay para los que tienen poder e influencia, para los que tienen
riqueza, cuanta tentación y qué poca integridad.
Con cada decisión mi madre solo decía “no hagas las cosas por
conveniencia”…haz lo que se debe hacer, cueste lo que cueste. Y es que no
podemos renunciar a lo que más queremos y a nuestros principios humanos y
sociales, por lo que queremos ahora, en el momento inmediato.
Haz lo correcto aunque signifique el encontrarte solo en tu decisión.
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